martes, 18 de mayo de 2010

Muertos en el Centro de Convenciones


Estoy convencido de que son pequeñas cosas, estupideces, las culpables del descalabro institucional y de política pública que vivimos en el país. Mientras se aprueban sendos proyectos en Cámara y Senado para cambiarle el nombre al Centro de Convenciones, al mismo tiempo se desplaza a la comunidad de ciclistas que todas las tardes se dan cita allí para practicar el deporte, recrearse y darle vitalidad al complejo turístico.

Cosas pequeñas. A principios de esta semana, no sabemos quien los autorizó, ni en que momento ni porque propósitos, pero aparecieron cuatro enormes reductores de velocidad (o comúnmente llamados muertos) que obstaculizan el libre paso de las bicicletas. El problema que los muertos quieren resolver, que asumimos son los conductores irresponsables del área, pudieron haber sido atendidas con otras medidas sin atentar contra el espacio de esparcimiento y práctica deportiva de los que vamos allí.

Los enormes muertos atentan contra la seguridad de los ciclistas del área. De hecho, no cumplen con las regulaciones de diseño aplicables a Puerto Rico. Atenta doblemente ya que los desplazará a otros lugares peligrosos y de mayor tránsito vehicular. Además de atentar contra la seguridad, afea el espacio urbano y tendrá el resultado de aislar aún más al Centro de Convenciones, convirtiéndolo en otra mole de cemento sin lógica urbana en San Juan.

Si el gobierno quiere atraer la actividad turística en el área, lo que debe hacer es generar actividad en el lugar, no quitarle espacios que se han rescatado para esparcimiento y para fomentar el deporte del ciclismo. Cosas pequeñas también pueden hacer la diferencia, remuevan los muertos de la misma manera en que los pusieron, rapidito y sin miramientos.

(Por Joaquin Serrano, publicado en El Nuevo Dia, pag 72, el 12 de mayo de 2010)

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