viernes, 21 de mayo de 2010

La soga parte por lo mas finito...

Dicen en el barrio que la soga parte por lo mas finito, y en el problema de transito que tiene el Centro de Convenciones, los ciclistas fuimos ese lado.

Antes de hablar de las posibles soluciones y propuestas, es importante definir, o intentarlo más bien, cual es el problema que se quería resolver con los cuatro reductores de velocidad. Sólo de esta manera se evidencia la visión a corto plazo, lo insensible y hasta el desconocimiento que la actual Administración del Centro de Convenciones tiene sobre la dinámica de tránsito en sus alrededores.

Los reductores de velocidad, o muertos, fueron instalados en las calles que dan acceso a la zona de carga y descarga detrás del Centro de Convenciones. Además del Centro de Convenciones, en esa calle hay varias estructuras de almacenes industriales abandonados o a medio uso. Cuando personalmente llamé al Sr. Cándido Negrón (11 de mayo de 2010) para inquirir sobre los muertos, me indicó que los muertos fueron instalados ya que habían ocurrido en el área varios accidentes con ciclistas.

(Okey, tomemos eso como verdad por unos instantes solamente) Primero habría que ver cuántos accidentes y bajo qué circunstancias fueron cada uno de ellos para determinar un patrón. Pero, como en este país predomina la ley del automóvil, salomónicamente prefirieron sacarnos a los ciclistas para de esta manera darles el espacio libre a los conductores irresponsables que transitan por el área. Gracias a Dios que la Administración del Centro no es quien dirige el DTOP, porque con tanto accidente con peatones ellos si hubiesen quitado de golpe y porrazo las aceras y todo acceso humano en el país para solucionar el problema.

Quitaron a los ciclistas del panorama (o por lo menos eso ellos creen), pero persiste un problema de tránsito y peligrosidad en el área. Todavía los camiones se estacionan frente al Centro sin luces de seguridad y sin razón alguna, muchas veces hasta en sentido contrario. Y la Administración no prohíbe los camiones. Todavía los carros y vanes van a exceso de velocidad en la mencionada carretera y por los alrededores, y muchas veces también en contra del tránsito, y el Centro no hace nada con eso. Muchas veces hemos visto hasta el mismo carro de la seguridad en contra del tránsito. Y con ellos no se hace nada.

El problema de peligrosidad existe primero porque el Centro de Convenciones no tiene reglas claras de tránsito. Y las pocas que tiene, no hace el trabajo de ejecutarlas, ya sea mediante la guardia privada o con coordinación con la Guardia Municipal o Estatal. Además, los conductores van a seguir pisando el acelerador porque simple y llanamente lo único que hay en el lugar es el Centro de Convenciones. Las estructuras abandonadas y los terrenos abiertos seducen el conductor irresponsable a gastar un poquito de gasolina demás acelerando. Y ese es el problema.

Métanle mano a los que van a exceso de velocidad. Bastante que merodea la Policía Estatal por allí, pues que comiencen a dar boletos. Que la Administración nos use como chivos expiatorios es muestra de su incapacidad para manejar un complejo con la importancia que tiene el Centro de Convenciones.

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